domingo, 17 de octubre de 2010

PRIMERO LA SEGURIDAD

Recientemente el Ministro de la Defensa de Colombia, anunció la creación de un batallón con dos mil hombres para resguardar la frontera colombiana del Norte de Santander (N/S), dentro del manejo de las “nuevas” relaciones entre Caracas y Bogotá. Decía el alto funcionario, que la medida obedecía a exigencias de Caracas. Muy justo el reclamo de Caracas para que Colombia resguarde sus fronteras, y evite que su delincuencia, su guerrilla, sus paramilitares, su narcotráfico, sus sicarios, su inseguridad, y sus delitos, salgan de su territorio y afecten la vida y la seguridad de sus vecinos; y, enrarezcan las relaciones y la integración de los pueblos. El delito no puede entrar y salir como “Pedro por su casa.” A la delincuencia y al delito, hay que cerrarle la Frontera. Aquí y allá.

En los últimos años de enguerrillamiento de las relaciones, al gobierno colombiano, le ha preocupado más,(por razones obvias), proteger, cuidar y defender a Bogotá, su ciudad Capital -centro del poder- del avance de las guerrillas; que darle prioridad al resguardo de sus propias fronteras, pretendiendo que sus vecinos le hagan el trabajo, el mandado. Pero, lo cierto es que no hay ningún ejemplo en el mundo, que un ejército se haya sacrificado o inmolado en SU TERRITORIO, por un conflicto que no es suyo, que no le pertenece.

Aunado a esto, le sumamos el manejo torpe en las relaciones de vecindad que le dio el presidente Uribe, que las manejo como un carrito chocón. Además, el avance de las llamadas Auto Defensas, que no eran más que grupos armados para estatales, que hacían el trabajo sucio del estado, como lo declaró su jefe Mancuso, horas antes de su extradición a los Estados Unidos. Mancuso, Había pactado su entrega al gobierno de Uribe, con la promesa de ser juzgado en Colombia, pacto que incumplió el presidente Uribe, por razones quizá, muy distintas a las argumentadas, que más temprano que tarde se sabrán. Ahora bien, ¿por qué digo enguerrillamiento de las relaciones? Simple: la administración de Uribe, mantenía la tesis que Chávez apoyaba las guerrillas para tumbarlo, sacarlo del poder e implantar allí su revolución Bolivariana y por ello Chávez era una amenaza para la seguridad de Colombia, y Chávez a su vez decía a los cuatro vientos que Uribe usaba y había mandado paramilitares a Caracas para, echarlo del poder, a matarlo, con el apoyo de los Estados Unidos. (Razones que aún persisten) Lo anecdótico es que la población empezó a sentir que vivía entre un presidente guerrillero y otro paramilitar. El lenguaje político y diplomático entre Caracas y Bogotá giraba públicamente entre dimes y diretes. Hoy la administración del presidente Santos y Chávez se han comprometido dejar la diplomacia de micrófono.

Todo parece indicar que en esa “guerra de cuarta generación”, (Uribe-Chávez), Bogotá produjo intencional o no, un desplazamiento de grupos armados paraestatales o paramilitares colombianos a la frontera con el Estado Táchira y Zulia, además el desplazamiento forzado de miles de campesinos colombianos hacia las fronteras de Venezuela y Ecuador, centros del conflicto Bogotano, que llegaban y siguen llegando de manera silente, huyendo de la guerra interna colombiana; otros, de raza negra, desalojados por terratenientes blancos de las zonas ricas del Chocó Colombiano. En esta “guerra de cuarta generación” El gobierno de Uribe, utilizó el deslizamiento de la delincuencia y de la pobreza hacia las fronteras de Venezuela y Ecuador, como elemento perturbador de las relaciones, la paz y la seguridad de los pueblos, en especial, como en nuestro caso, el de los estados fronterizos, y lo logró. A nuestro territorio según las cifras de ACNUR, en los últimos tres años, han llegado por goteo, cerca de 300 mil desplazados colombianos y 200 mil a Ecuador; de los 300 mil llegados a Venezuela, el 30 porciento están en el Estado Táchira. La táctica de Bogotá fue: presionar, instigar a los pobladores, a los nacionales venezolanos en sus fronteras, para que estos a su vez, presionen a Caracas y a Chávez. Así fue. Y, Como siempre el pueblo fue usado como “carne de cañón.” Y tubo de ensayo.

Queremos ver esos batallones anunciados por Bogotá, enfrentando y liberando la frontera colombiana del N/S, de asesinos, paramilitares, narcotraficantes, secuestradores, contrabandistas, etc., que desde allí atacan nuestra población indefensa, atentando contra la vida y la propiedad de las personas, y usando además nuestro sagrado territorio como transito o corredor del tráfico de armas y de drogas, afectando la imagen de nuestro Estado y nuestra Nación ante el mundo. Queremos una integración decente, con la gente de bien, que son la inmensa mayoría de los colombianos. Por eso: PRIMERO LA SEGURIDA SEÑOR MINISTRO.

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